Comunicación y Prensa

¿Cómo empezó la industria en Córdoba?

Este pasado domingo 2 de agosto se celebró el Día de la Industria. Este sector lleva un largo camino recorrido en nuestra provincia, y en conmemoración a esa trayectoria es que compartimos ésta nota sobre sus inicios y los hitos más importantes basándonos en el libro «La Historia de la Industria de Córdoba y la Unión Industrial de Córdoba”, una obra inédita del historiador Efraín U. Bischoff, quien ha dejado documentado lo acontecido en la actividad productiva provincial hasta la década de 1970.  Desde esa fecha se completó la secuencia temporal hasta el presente. El encargado de enfrentar ese desafío fue su hijo Eduardo E. Bischoff, ex Directivo de la entidad y representantes de la UIC.

A continuación se presentan extractos de cómo surgieron los distintos sectores productivos en la provincia de Córdoba.

Minería

La explotación de los yacimientos de hierro y canteras fue comenzada poco después de la llegada de Cabrera (1573), en las regiones aledañas a la ciudad. Los medios en práctica, rudimentarios y recién a la finalización del siglo XVIII, con el arribo de los Jesuitas y la instalación de sus reducciones en la campaña, la producción se intensificó. La extracción de minerales fue penosa, aunque algunas veces aparecían a flor de tierra. La escasez de material de hierro fue notoria en los primeros tiempos, al punto que el 3 de julio de 1576, el “Gobernador y Capitán General Gonzalo Abreu de Figueroa manda buscar metal de hierro. Al descubrirse es utilizado para fabricar tornillos, clavos de herrar, etc.” (Ferrari Rueda “Historia de Córdoba”. T.II. pág. 48. Córdoba, 1968).

 

Construcción

La industria de la construcción tuvo su arranque en Córdoba casi desde el mismo día de su fundación. Es cierto que los cuatro primeros años, no se emprendieron construcciones sino de adobones, tierra apisonada en las paredes, y otros materiales no muy resistentes, pues se sabe que el fuerte había terminado por ser un lugar de poblamiento transitorio. En la nueva traza, los albañiles y alarifes emprendieron con vigor los edificios y murallas. Un técnico puntualiza que, en efecto, hasta 1586, es decir aún después de haberse asentado el vecindario en el sitio definitivo se continuaba trabajando con los elementos aludidos. Empero, ya por entonces habíase emprendido la elaboración en algunas canteras, y el producto de ellas fue recurso de gran importancia para erigir obras con fortaleza capaz de soportar las embestidas del tiempo. (Kronfuss, Juan “Arquitectura Colonial en la Argentina”. Córdoba, 1920).

 

Madera

Además de los fabricantes de tejas y ladrillos, es preciso señalar la presencia de carpinteros y talladores. Conspiraba contra el desenvolvimiento de dicha actividad artesanal la falta de maderas apropiadas en la región. El Padre Gracia advierte que en 1617 el Cabildo resolvió se transportara ese material desde Tucumán. Su costo fue elevado, dirigiendo entonces sus empeños a obtenerlo en Paraguay.

Era difícil encontrar madera apropiada para trabajos de alguna delicadeza, y así podía decir el Padre Diego Altamirano, procurador general de la Compañía de Jesús, de las Provincias del Río de La Plata, al presidente del Consejo General de Indias, hacia 1680, lo siguiente: “esta ciudad tiene los mejores templos, y casas por abunda de materiales de piedra, cal, ladrillo y teja. La madera no es mucha, y para los templos es necesario buscar las maderas largas de Santiago”, etc.

 

Vidrio

Resulta curioso que entre los primeros ensayos industriales en Córdoba por vía de un artesanado inquieto y deseoso de solucionar los diarios problemas de las construcciones, pueda indicarse la fabricación de vidrio.  Juan de Soria, llegado con la expedición de Cabrera, en 1573, y tenía entonces 23 años de edad, pues había nacido en México en 1550, es el señalado como fabricante. Arribó con sus padres y hermanos y años más tarde ocupó las funciones de mayordomo, regidor y fiel ejecutor.

 

Telas

Sobre todo en el área de las serranías la tejeduría criolla fue extraordinaria y “famosa por sus tejidos bordados y encajes. Aunque parezca una exageración los tejidos, bordados y encajes salidos de las manos de nuestros viejos teleros y randeras serranos, competían y aún compiten con los mejores del mundo”. (Viggiano Esaín Julio. “Genética y Mesología Folklórica Cordobesa”. Pág. 7. 1965) el mismo autor expresa que se hacían con temas decorativos “geométricos, zoomorfos, fitomorfos, florales, flecos, de enrejado, borlones, felpados, bordados sobre puestos o con “bordo”, empleándose colores primarios y fundamentales como el negro, blanco, rojo, azul, marrón y otros, obtenidos por la maceración de barros, con tinturas de origen vegetal, animal y mineral”.

 

Imprenta

    Los hijos espirituales de San Ignacio de Loyola estuvieron también por entonces vinculados a la iniciación de la industria gráfica en Córdoba. Hacia 1750 hablaron de dotar a la universidad de un taller de impresión, encargándose a los P. Carlos Gervasoni y Pedro de Arroyo gestionar la remisión de Europa. El 19 de noviembre de 1752, el Prepósito General de la Compañía de Jesús, Padre Ignacio Visconti, dio en Roma instrucciones a los mencionados sacerdotes, solicitar al rey de España autorización para que el Colegio Máximo y Universidad de Córdoba pudiera “tener imprenta propia como la hay en Lima”. Empero varias circunstancias hicieron frustrar el intento que retomó el P. Caamaño tiempo después.

El Virrey del Perú, Manuel Amad y Juniet, el 31 de agosto de 1765, concedió la autorización respectiva, y el taller gráfico fue traído e instalado en el Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat. Su primer y único impresor fue el P. Pablo Karen, alemán, que llegó al Plata en 1761. Al parecer el funcionamiento de la imprenta comenzó en 1765, imprimiendo con cierta pulcritud las “Laudationes Quinqué”, “Manual de Ejercicios”, una pastoral del Arzobispo de París y un acto general de estudio, opinando Furlong que “debieron varias publicaciones preceder a las laudationes, ya que la perfección de éstas supone ensayos menores”. (Furlong Guillermo “El Monserrat y la Primera Imprenta”. Rev. “Estudios”. Buenos Aires 1937).

 

Energía Eléctrica

Aquellos molinos que trabajaban con fuerza hidráulica o de vapor, realizaron una labor muchas veces sacrificada para sus trabajadores y tesonera fue la de sus empresarios. Cuando se pudo emplear la energía eléctrica en la elaboración, se produjo una verdadera activación, por razón muy comprensible. La concesión para instalar la primera “usina”, fue otorgada a José Oulton, el 20 de octubre de 1891, pero la iniciativa no prosperó.

Cuando la compañía foránea inauguró la “usina” hidroeléctrica, en 1898, un diario La Libertad, publicó un artículo puntualizando el origen de aquella iniciativa. Expresaba que “don José Oulton había sido el que concibió el proyecto con la idea de aprovechar toda la poderosa energía de las aguas del Río Primero y aplicarla con fines industriales”.

 

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